Extracto del libro EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI de Heinz Dieterich Steffan
como el conjunto de determinadas reglas generales de poderes, derechos y obligaciones de las diversas entidades que componen el sistema; 3. La participativa, entendida como la decisión real de
los asuntos públicos trascendentales por parte de las mayorías de la sociedad, con la debida protección de las minorías. En el lenguaje de las ciencias naturales podríamos entender las tres dimensiones como magnitudes que caracterizan la propiedad “democracia”.
En la sociedad moderna, las tres dimensiones tienen un orden jerárquico: la tercera presupone la existencia de la segunda y la segunda de una primera. Sin embargo, la relación entre las tres
dimensiones es dinámica e interactiva: cada una incide sobre las otras.
El nivel de democracia alcanzado en cada momento histórico en un sistema social complejo (SDCH), puede medirse en términos cuantitativos en las tres dimensiones o magnitudes, hecho por
el cual la discusión de “la democracia” deja el campo de la ciencia cualitativa y de la filosofía política, para poder ser abordada por la ciencia. La medición de los grados o magnitudes de democracia puede llevarse a cabo en las más importantes relaciones sociales del sujeto, es decir: 1. Las económicas, políticas, culturales y militares; 2. en las principales instituciones del SDCH (Sistemas Dinámicos Complejos Humanos) y 3. en los niveles micro, meso y macro de la sociedad.
En este sentido, el grado de democracia de cualquier país puede ser investigado con razonable exactitud, obteniéndose una escala respectiva para todos los Estados de la sociedad global. Esta
escala estaría formada en un extremo por la democracia participativa y en el otro, por la dictadura, dando lugar a una distribución de los SDCH existentes entre esos extremos. Es obvio, que en la actualidad ningún país puede ser considerado una democracia real-participativa; que en el rango de las democracias formales apenas habría alrededor de treinta Estados y en la democracia social el mismo número.
Sobre esta base de información empírica de democracia en cada país, puede determinarse también el grado de democracia realizable dentro de las condiciones objetivas de evolución actuales. Es decir, se puede calcular con razonables márgenes de error el grado de opresión o antidemocracia anacrónica —fuera de su tiempo histórico— en dichos sistemas.
El conocimiento preciso de la calidad de vida de los ciudadanos en los diferentes “barrios” de la aldea global, no enfrenta otro obstáculo que no sea la falta de voluntad política de las elites
mundiales. Para la nueva sociedad, tal diagnóstico será imprescindible para emplear los recursos naturales y sociales del sistema global, en un programa de rápida reducción de la abismal
desigualdad en el nivel de vida material de los ciudadanos de las distintas regiones y países.
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