Por Acratosaurio Rex
Estos días están pasando cosas. Lo sé porque lo comenta la terapeuta ocupacional, que nos deja en la mesa del salón de la Comunidad Terapéutica con la plastilina rosa haciendo figuritas, pasando, y no para de fumar y hablar sola murmurando que si todos son iguales, que si le suben las horas, que si le bajan el sueldo, que si no le renuevan, que si se retrasa el pago… Le vas a enseñar la imagen de la Virgen que acabas de hacer, y te manda a la mierda. Y vuelta a que todos son iguales y tal y cual. Así que hay que analizar de manera objetiva lo que sucede.
Resulta que empresarios ricos, herederos virtuales de los fascistas ellos que ganaron la Guerra Civil imponiendo sus reglas de juego, dan sobresueldos a políticos de raza y renombre, que luego otorgan a los emprendedores esos un contrato para levantar un polideportivo previa Reforma Laboral para crear empleo abaratando el despido…, y ya está cerrado el círculo que une los sucesivos “escándalos” de mataelefantes, jueces malversadores, falsos EREs, sobres y maletines, cúpula de la CEOE, ruido de sables, intermediarios sindicales, foto de concertación, club y visa de oro, yernos y cuñados, partidos más allá de toda sospecha, banqueros y antidisturbios, esculturas delirantes, curas pederastas, niños raptados por monjas...
Bueno, todo correcto. Así es como funcionan y han funcionado los partidos políticos y los empresarios españoles desde toda la vida de Dios. Estas prácticas son, en suma, las que por afectar a toda la población por igual, darse en un territorio concreto, estar históricamente demostradas y culturalmente admitidas, proporcionan un destino común inexorable al pueblo, le confieren identidad, carácter y unidad nacional. España existe no por su clima, ni por su idioma, ni por sus brumas matutinas, ni por el sol achicharrante, ni por ese baile con zambombas... España existe y el pueblo español posee cultura colectiva desde el País Vasco a las Canarias, y desde Galicia a Mallorca, gracias al enchufismo, al clientelismo y al saqueo. Y esta situación, ampliamente extendida, afecta a todo el mundo, unos porque la padecen, y otros porque perciben que algún día les tocará a ellos pasearse por un despacho ante un enchaquetado con el “padre, ¿qué hay de lo mío?”. El día que deje de haber enchufes, España morirá.
Entonces, ¿todos los partidos son iguales? Vamos a ver, si somos democráticos y la gente así lo piensa, el Acratosaurio no es quién para desdecir al pueblo. Hay sutiles diferencias, claro. El problema es que si te tienes que arrastrar hasta una mesa donde un tipo asambleario con la bandera de la República y la camiseta del Ché te firma el cheque de un subsidio, de una prejubilación, de un cursillo o de un contrato de limpiadora, estarás estructuralmente jodido, sometido a la identidad española.
La madre de la estupidez, está siempre embarazada. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, y lo que es de nadie es de uno.
Estos días están pasando cosas. Lo sé porque lo comenta la terapeuta ocupacional, que nos deja en la mesa del salón de la Comunidad Terapéutica con la plastilina rosa haciendo figuritas, pasando, y no para de fumar y hablar sola murmurando que si todos son iguales, que si le suben las horas, que si le bajan el sueldo, que si no le renuevan, que si se retrasa el pago… Le vas a enseñar la imagen de la Virgen que acabas de hacer, y te manda a la mierda. Y vuelta a que todos son iguales y tal y cual. Así que hay que analizar de manera objetiva lo que sucede.
Resulta que empresarios ricos, herederos virtuales de los fascistas ellos que ganaron la Guerra Civil imponiendo sus reglas de juego, dan sobresueldos a políticos de raza y renombre, que luego otorgan a los emprendedores esos un contrato para levantar un polideportivo previa Reforma Laboral para crear empleo abaratando el despido…, y ya está cerrado el círculo que une los sucesivos “escándalos” de mataelefantes, jueces malversadores, falsos EREs, sobres y maletines, cúpula de la CEOE, ruido de sables, intermediarios sindicales, foto de concertación, club y visa de oro, yernos y cuñados, partidos más allá de toda sospecha, banqueros y antidisturbios, esculturas delirantes, curas pederastas, niños raptados por monjas...
Bueno, todo correcto. Así es como funcionan y han funcionado los partidos políticos y los empresarios españoles desde toda la vida de Dios. Estas prácticas son, en suma, las que por afectar a toda la población por igual, darse en un territorio concreto, estar históricamente demostradas y culturalmente admitidas, proporcionan un destino común inexorable al pueblo, le confieren identidad, carácter y unidad nacional. España existe no por su clima, ni por su idioma, ni por sus brumas matutinas, ni por el sol achicharrante, ni por ese baile con zambombas... España existe y el pueblo español posee cultura colectiva desde el País Vasco a las Canarias, y desde Galicia a Mallorca, gracias al enchufismo, al clientelismo y al saqueo. Y esta situación, ampliamente extendida, afecta a todo el mundo, unos porque la padecen, y otros porque perciben que algún día les tocará a ellos pasearse por un despacho ante un enchaquetado con el “padre, ¿qué hay de lo mío?”. El día que deje de haber enchufes, España morirá.
Entonces, ¿todos los partidos son iguales? Vamos a ver, si somos democráticos y la gente así lo piensa, el Acratosaurio no es quién para desdecir al pueblo. Hay sutiles diferencias, claro. El problema es que si te tienes que arrastrar hasta una mesa donde un tipo asambleario con la bandera de la República y la camiseta del Ché te firma el cheque de un subsidio, de una prejubilación, de un cursillo o de un contrato de limpiadora, estarás estructuralmente jodido, sometido a la identidad española.
La madre de la estupidez, está siempre embarazada. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, y lo que es de nadie es de uno.
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