jueves, 19 de enero de 2012

El dilema del poder popular 1

 Por Acratosaurio Rex


Prudente ante la maldad, siempre pruebo mi merienda antes de comérmela
para comprobar si está envenenada. En esta ocasión la precaución ha
sido inútil, y alguna ponzoña de mis enemigos me tiene metido en el
lecho tosiendo, tiritando, expulsando un líquido negro por los
pulmones, espuma en el recto y cosas así de desagradables, desde el
día 27 de diciembre. Apuntad la fecha.


Como sabéis, las asambleas se han hecho tan populares que hasta
anuncios podemos ver de ellas (1). Un centenar de vecinos discuten
sobre tarifas de móviles o algo parecido, llegando a un consenso en
torno al precio del servicio. Je, como si una multinacional
sanguinaria como movistar, se fuese a dejar embaucar por un grupo de ciudadanos en torno a sus defecaciones.



A lo que vamos: la democracia moderna desde que se inventó en el siglo
XIX, ha tenido dos versiones. Por un lado la de quienes han pensado
que lo suyo es que el pueblo tenga un peso significativo en las
decisiones que se toman, y que le atañen directamente. Esta forma de
ver el problema (Poder Popular le llaman), es muy minoritaria. Por
otro el de quienes opinan que la gente mientras menos aparezca por
donde andan los que mandan, mejor. Por eso la única asamblea que se
nos muestra como deseable, es una llevada a cabo por actores. Todo se
desenvuelve en un buen rollo vomitivo, sin mossos dando candela,
votando una moción en 48 segundos, el colmo de la abominación diría
yo.



El anuncio, por contraste con la realidad, nos enseña que Democracia
es un sistema político que para su estabilidad precisa del voto pasivo
del pueblo apático (2). La participación, lejos de ser un objetivo
buscado, es algo cuidadosamente evitado. Burke, Hamilton, Madison,
grandes padres del mundo moderno, han considerado que el sufragio  es un mecanismo para evitar la participación popular por un lado, y así mantener (presuntamente) un gobierno ilustrado y racional dando las órdenes. No tiene más misterio.



Quienes piensan que eso no es la democracia, y piden al gobierno que
cambie, tienen por delante la ardua tarea de convencer de manera
pacífica a los políticos de turno, de que el mejor gobierno que existe
es el de todo el pueblo gobernando, es decir, que no haya Gobierno y
venga la Anarquía. Y digo de manera pacífica, porque el pacifismo de
moda permite desconcertar a la policía, a los políticos y a los
periodistas, que no saben (en principio) cómo reaccionar ante una
sentada de gente con las palmas levantadas y cantando el kumbayá...
Claro, que puestos a pensar, también un león que lleve siete días sin comer puede sentirse desconcertado unos segundos si tú, en lugar de correr o de revolverte como un loco, vas amistosamente y le acaricias la melena antes de introducir la chola en sus fauces. Idiota.

Cuando el poder reside en el pueblo, no existe el poder. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.



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NOTAS



(1) Evidentemente, si algún día triunfa el fascismo, movistar nos
deleitará con algún anuncio sobre Mussolini llamando a Franco con la
tarifa plana o algo así. Este es el anuncio de marras.
http://youtu.be/yw5AGRoe3fk



(2) La apatía de las masas es un contrapeso más o menos efectivo, a
los fanáticos que representan un peligro real para la democracia
liberal. W.H. Morris Jones, “In defense of Apathy”, en Political
Studies, vol II, 1954, p. 37.

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