En medio de la crisis, las rentas empresariales en España están mostrando más resistencia y avanzan más deprisa que los salarios, que pierden peso en la tarta de la riqueza nacional.
Los últimos datos de la Contabilidad Nacional Trimestral, correspondientes al periodo abril-junio parados, muestran una caída del conjunto de las retribuciones de los asalariados, mientras que el excedente bruto de explotación (el beneficio empresarial, fundamentalmente) mantiene un crecimiento apreciable.
En concreto, según los datos difundidos este martes por el Instituto Nacional de Estadística, la remuneración de los asalariados descendió un 3,9% en el segundo trimestre del año respecto al mismo periodo del año pasado. Supone una aceleración notable en el ritmo de caída de las rentas salariales, que en los trimestres precedentes mostró unas tasas negativas del 2,5% y del 1,3%.
Según explica el INE, gran parte de la caída de las remuneraciones salariales se debe al desplome del empleo: el número de asalariados retrocede un 5,1% respecto al año pasado. También se debe a la desaceleración de la remuneración media por trabajador, que crece apenas un 1,3%, dos décimas menos que en el trimestre precedente.
En cambio, el excedente bruto de explotación (intereses del capital, dividendos y rentas distribuidas por las empresas, así como el ahorro empresarial, esto es, los beneficios no distribuidos) aumenta en el segundo trimestre a una tasa casi tres veces superior a la del salario medio: un 3,4%, apenas dos décimas menos que en el primer trimestre.
Los beneficios empresariales vienen comiéndole el terreno a los salarios en la riqueza nacional. A pesar de la crisis, el excedente de las empresas ha seguido creciendo, mientras las remuneraciones de los asalariados han anotado un descenso tras otro. Así, los salarios suponen ahora el 46,7% del Producto Interior Bruto (PIB) español, mientras que las rentas de las empresas ya suponen el 45,7%. Esto es, apenas un punto de diferencia, cuando el margen entre ambas rentas se había venido situando, de media, en unos seis puntos.
El trozo restante en el reparto de la tarta de la riqueza nacional lo ocupan los impuestos. Representan el 7,6% del PIB, cuando su peso venía siendo cercano al 10%. El desplome de la recaudación fiscal por la recesión explica esta diferencia.
Público
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