Hace algunos días llegó la noticia. Tres colonias salvajes fueron regularizadas por el gobierno de Jerusalén. Podríamos haber creído que la primavera árabe produciría beneficios en ese lugar de Oriente Medio, pero no. Israel, tanto la sociedad como el poder, se encierra cada vez más en un proceso que solo se dirige a mantener en el poder a una coalición de derecha y de extrema derecha, casi fascista.
La coalición gubernamental
Dirigida por Netanyahu, está apoyada por un abanico de partidos que van de la izquierda laborista a la extrema derecha, pasando por la derecha clásica y los religiosos. Es la unión sagrada, la unión nacional. La oposición está encarnada por el centro-derecha (Kadima), salido del Likud, el principal partido de derechas, y para el que no se plantea la alianza con los partidos árabes o la izquierda radical representada por el Meretz. Para los partidos religiosos que apoyan al gobierno y le garantizan una mayoría en el Parlamento, no puede ser que alguien abandone la voluntad de volver a las fronteras míticas judías. Cualquier gesto de desafío hacia las colonias reconocidas o clandestinas solo puede contribuir a hacer frágil a la mayoría. Los religiosos y la extrema derecha representan casi un tercio de los escaños del Parlamento. Son imprescindibles para conseguir cualquier mayoría. Por tanto, esperar que se produzca cualquier cambio notable por medio de un proceso parlamentario es una entelequia.
Las colonias
Los colonos israelíes y los que las apoyan no se han recuperado de la evacuación de Gaza. Queda un trauma profundo. Por otra parte, las implantaciones de enclaves en territorio palestino son ilegales desde el punto de vista internacional. Esta decisión data de marzo de 1979, y ha sido tomada por la ONU y nunca cuestionada. ¡Esta decisión no ha tenido ninguna consecuencia para la política israelí! Un pequeño recuerdo estadístico: de los siete millones y medio de habitantes, Israel cuenta con casi 500.000 colonos, 200.000 de ellos en los alrededores de Jerusalén, y los demás dispersos por Palestina. Recordemos la reivindicaciones de la primavera israelí * en lo relativo a la crisis de alojamiento en ese país. La especulación inmobiliaria golpea de pleno como en todas partes, por lo que las colonias parecen una válvula de seguridad. Es una manera de calmar el clima social haciendo pagar el precio a otros. La existencia de canteras de construcción en los enclaves implica la utilización de una mano de obra cercana, es decir, procedente de los territorios ocupados. Así, la administración militar habría otorgado 20.000 permisos de trabajo. Kav LaOved, una ONG comprometida en la defensa de los obreros palestinos que trabajan en las colonias, cifra en 10.000 el número suplementario de trabajadores no declarados, de los que una buena parte está empleada en las colonias agrícolas. A esos trabajadores se les aplican teóricamente las leyes laborales israelíes, que son más ventajosas que las existentes en los territorios ocupados bajo mandato de la autoridad palestina. Todo ello, junto con una red protegida de rutas intercolonias, crea una situación casi inextricable que el poder israelí se ingenia en complicar lo máximo posible. A veces, no obstante, un grano de arena se atraviesa en su camino. Eso es lo que ha ocurrido en Hebrón, en el corazón de Palestina. La policía israelí ha hecho evacuar a unas quince personas, mujeres, niños y hombres de una casa ocupada en esa vieja ciudad. Simultáneamente, el ministro de Vivienda publicaba ofertas "para la construcción de 1.121 habitaciones, 1.002 de ellas en los barrios de colonización de Jerusalén Este, ocupado y anexionado, 180 en una colonia de Cisjordania y 69 en el Golán sirio ocupado" (AFP). Pocos días después, Netanyahu decidía legalizar tres colonias en las que viven unas mil personas. Este anuncio ha escandalizado, por la forma, a los amigos occidentales de Israel. Pero todos esos anuncios sirven sobre todo para hacer tragar la píldora relativa a la colonia de Migron. El Tribunal Supremo israelí ha decidido hacer evacuar esa colonia antes del 1 de agosto de 2012. Ha tomado esa decisión por la demanda de los militantes anticolonización. Habría sido construida sin la autorización del gobierno. Según Shalom Akhshav (Paz ahora): "Migron fue construida (hace diez años) en tierras de las que el Estado de Israel sabía, según sus propios registros catastrales, que pertenecían a cierto número de familias palestinas que viven en las ciudades vecinas de Burqa y Deir Dibwan (…) Los colonos han establecido su colonia en terrenos privados palestinos con la cooperación de instancias gubernamentales y bajo la protección del ejército y la policía". La extrema derecha israelí, así como los grupos religiosos extremistas, han decidido hacer un casus belli de ello. ¿Qué hay del lado palestino?
En Palestina ¿un relevo?
Decir que Palestina está en un impasse, tanto en el interior como en el plano internacional, es un eufemismo. El reconocimiento de la ONU como Estado observador, su entrada en la Unesco, todo eso no cambia nada respecto a su relación de fuerza interior. Mahmud Abbas, el presidente de la autoridad palestina, ha perdido toda esperanza de hacer evolucionar la situación. A fuerza de haber aceptado los dictados de los israelíes en materia de seguridad interior, no representa ningún interés como negociador posible de la salida del impasse. Gaza se acuerda de la supervisión internacional encargando a algunos jóvenes y futuros mártires enviar uno o dos cohetes artesanales a Israel, con el retorno inevitable de bombas. Hamás, que tiene con mano firme esta franja de territorio, acaba de proceder de manera casi clandestina a la renovación de su dirección. Parecería que los miembros moderados hubieran sido apartados en beneficio de los "militantes". Hamás sigue sin querer reconocer a Israel como un Estado y continúa planteándose con reticencia las elecciones en toda Palestina. ¿Cómo salir de este impasse? La clave está en las manos del poder de Jerusalén, que lo sabe muy bien y no quiere utilizarlo. El hombre se llama Marwan Barghuti. Cuando el viejo militante pacifista Uri Avnery habla de él, lo designa como el Mandela palestino. Fue detenido en 2002. Considerado como el responsable de la segunda Intifada y de numerosos atentados "terroristas" en Israel, fue enviado a la justicia. Avnery dijo que "su juicio fue una farsa, evocando más la arena romana de un combate de gladiadores que un proceso judicial". Fue condenado cinco veces a cadena perpetua. Barghuti procede de una gran familia palestina, uno de cuyos miembros es el líder de las acciones contra el Muro en torno a B'ilin. Es reconocido como el líder indiscutible de los presos palestinos y, debido a su alejamiento físico, no ha tomado parte en el conflicto entre Ramalah y Gaza. Acaba de aprovechar su atractivo indiscutible para hacer circular un manifiesto que llama a endurecer la acción contra Israel. Esa difusión se llevó a cabo en un silencio casi total, lo que va en contra de las costumbres del establishment palestino.
Llamada a la no cooperación total
Parecen tratarse de los primeros pasos de una campaña de desobediencia civil. Dejemos la palabra a Uri Avnery, que se considera el amigo de ese Mandela de Oriente Medio:
"Marwan llama a la ruptura total de toda forma de cooperación, económica, militar o de otra clase. Un punto central de esa cooperación es la colaboración diaria de los servicios palestinos de seguridad, formados por los americanos, con las fuerzas de ocupación israelíes.
Marwan llama también al boicot total de Israel, de las instituciones y productos israelíes en los territorios ocupados y por todo el mundo. Los productos israelíes deberían desaparecer de las tiendas de Cisjordania, y los productos palestinos ser especialmente promocionados.
Marwan aboga por que se ponga fin a la comedia que llaman "negociación de paz". Marwan propone oficializar la ausencia de negociaciones de paz.
Marwan pone el acento en la unidad palestina haciendo una llamada a su fuerza moral considerable para hacer presión tanto sobre Al-Fatah como sobre Hamás.
Marwan Barghuti ha perdido toda esperanza de obtener la paz cooperando con Israel, o incluso con las fuerzas de oposición israelíes. El movimiento de la paz israelí no es ni siquiera mencionado.
Marwan sigue comprometido en la acción no violenta, habiendo llegado a la conclusión de que los ataques violentos de ayer causaban perjuicio a la causa palestina en lugar de servirla".
Uri Avnery termina su artículo diciendo que "como Nelson Mandela en la Sudáfrica del apartheid, el hombre que está en la cárcel podría tener más importancia que los dirigentes que están fuera".
¿Y la solidaridad?
La última gran acción internacional ha tenido por nombre "Bienvenido a Palestina". Como la acción anterior, pero esta vez por los aires, se trataba de llegar a Palestina. Como la vez anterior, fue un fracaso. Menos trágico que cuando la Armada israelí intervino bruscamente en 2010. La cuestión que se plantea es comprender por qué y cómo se tomaron tales iniciativas cuando se conocía el resultado por adelantado. El poder israelí se ha encerrado en un gueto, tanto mental como material, de modo que ninguna tentativa del género podrá lograr éxito. Creo, al contrario que Barghuti (es más fácil para mí, lo reconozco) que, si hay una salida, solo puede venir del interior de Israel. La palanca posible está en las manos de quienes trabajan a un lado y otro de las fronteras, a un lado y otro del Muro. ¿Hay que recordar que los Anarquistas contra el Muro y los objetores de conciencia necesitan apoyo financiero tanto para pagar sus abogados como sus multas?
* Ver artículos del mismo autor en Tierra y libertad de diciembre de 2011, enero y febrero de 2012.
Pierre Sommermeyerhttp://www.nodo50.org/tierraylibertad/4articulo.html
La coalición gubernamental
Dirigida por Netanyahu, está apoyada por un abanico de partidos que van de la izquierda laborista a la extrema derecha, pasando por la derecha clásica y los religiosos. Es la unión sagrada, la unión nacional. La oposición está encarnada por el centro-derecha (Kadima), salido del Likud, el principal partido de derechas, y para el que no se plantea la alianza con los partidos árabes o la izquierda radical representada por el Meretz. Para los partidos religiosos que apoyan al gobierno y le garantizan una mayoría en el Parlamento, no puede ser que alguien abandone la voluntad de volver a las fronteras míticas judías. Cualquier gesto de desafío hacia las colonias reconocidas o clandestinas solo puede contribuir a hacer frágil a la mayoría. Los religiosos y la extrema derecha representan casi un tercio de los escaños del Parlamento. Son imprescindibles para conseguir cualquier mayoría. Por tanto, esperar que se produzca cualquier cambio notable por medio de un proceso parlamentario es una entelequia.
Las colonias
Los colonos israelíes y los que las apoyan no se han recuperado de la evacuación de Gaza. Queda un trauma profundo. Por otra parte, las implantaciones de enclaves en territorio palestino son ilegales desde el punto de vista internacional. Esta decisión data de marzo de 1979, y ha sido tomada por la ONU y nunca cuestionada. ¡Esta decisión no ha tenido ninguna consecuencia para la política israelí! Un pequeño recuerdo estadístico: de los siete millones y medio de habitantes, Israel cuenta con casi 500.000 colonos, 200.000 de ellos en los alrededores de Jerusalén, y los demás dispersos por Palestina. Recordemos la reivindicaciones de la primavera israelí * en lo relativo a la crisis de alojamiento en ese país. La especulación inmobiliaria golpea de pleno como en todas partes, por lo que las colonias parecen una válvula de seguridad. Es una manera de calmar el clima social haciendo pagar el precio a otros. La existencia de canteras de construcción en los enclaves implica la utilización de una mano de obra cercana, es decir, procedente de los territorios ocupados. Así, la administración militar habría otorgado 20.000 permisos de trabajo. Kav LaOved, una ONG comprometida en la defensa de los obreros palestinos que trabajan en las colonias, cifra en 10.000 el número suplementario de trabajadores no declarados, de los que una buena parte está empleada en las colonias agrícolas. A esos trabajadores se les aplican teóricamente las leyes laborales israelíes, que son más ventajosas que las existentes en los territorios ocupados bajo mandato de la autoridad palestina. Todo ello, junto con una red protegida de rutas intercolonias, crea una situación casi inextricable que el poder israelí se ingenia en complicar lo máximo posible. A veces, no obstante, un grano de arena se atraviesa en su camino. Eso es lo que ha ocurrido en Hebrón, en el corazón de Palestina. La policía israelí ha hecho evacuar a unas quince personas, mujeres, niños y hombres de una casa ocupada en esa vieja ciudad. Simultáneamente, el ministro de Vivienda publicaba ofertas "para la construcción de 1.121 habitaciones, 1.002 de ellas en los barrios de colonización de Jerusalén Este, ocupado y anexionado, 180 en una colonia de Cisjordania y 69 en el Golán sirio ocupado" (AFP). Pocos días después, Netanyahu decidía legalizar tres colonias en las que viven unas mil personas. Este anuncio ha escandalizado, por la forma, a los amigos occidentales de Israel. Pero todos esos anuncios sirven sobre todo para hacer tragar la píldora relativa a la colonia de Migron. El Tribunal Supremo israelí ha decidido hacer evacuar esa colonia antes del 1 de agosto de 2012. Ha tomado esa decisión por la demanda de los militantes anticolonización. Habría sido construida sin la autorización del gobierno. Según Shalom Akhshav (Paz ahora): "Migron fue construida (hace diez años) en tierras de las que el Estado de Israel sabía, según sus propios registros catastrales, que pertenecían a cierto número de familias palestinas que viven en las ciudades vecinas de Burqa y Deir Dibwan (…) Los colonos han establecido su colonia en terrenos privados palestinos con la cooperación de instancias gubernamentales y bajo la protección del ejército y la policía". La extrema derecha israelí, así como los grupos religiosos extremistas, han decidido hacer un casus belli de ello. ¿Qué hay del lado palestino?
En Palestina ¿un relevo?
Decir que Palestina está en un impasse, tanto en el interior como en el plano internacional, es un eufemismo. El reconocimiento de la ONU como Estado observador, su entrada en la Unesco, todo eso no cambia nada respecto a su relación de fuerza interior. Mahmud Abbas, el presidente de la autoridad palestina, ha perdido toda esperanza de hacer evolucionar la situación. A fuerza de haber aceptado los dictados de los israelíes en materia de seguridad interior, no representa ningún interés como negociador posible de la salida del impasse. Gaza se acuerda de la supervisión internacional encargando a algunos jóvenes y futuros mártires enviar uno o dos cohetes artesanales a Israel, con el retorno inevitable de bombas. Hamás, que tiene con mano firme esta franja de territorio, acaba de proceder de manera casi clandestina a la renovación de su dirección. Parecería que los miembros moderados hubieran sido apartados en beneficio de los "militantes". Hamás sigue sin querer reconocer a Israel como un Estado y continúa planteándose con reticencia las elecciones en toda Palestina. ¿Cómo salir de este impasse? La clave está en las manos del poder de Jerusalén, que lo sabe muy bien y no quiere utilizarlo. El hombre se llama Marwan Barghuti. Cuando el viejo militante pacifista Uri Avnery habla de él, lo designa como el Mandela palestino. Fue detenido en 2002. Considerado como el responsable de la segunda Intifada y de numerosos atentados "terroristas" en Israel, fue enviado a la justicia. Avnery dijo que "su juicio fue una farsa, evocando más la arena romana de un combate de gladiadores que un proceso judicial". Fue condenado cinco veces a cadena perpetua. Barghuti procede de una gran familia palestina, uno de cuyos miembros es el líder de las acciones contra el Muro en torno a B'ilin. Es reconocido como el líder indiscutible de los presos palestinos y, debido a su alejamiento físico, no ha tomado parte en el conflicto entre Ramalah y Gaza. Acaba de aprovechar su atractivo indiscutible para hacer circular un manifiesto que llama a endurecer la acción contra Israel. Esa difusión se llevó a cabo en un silencio casi total, lo que va en contra de las costumbres del establishment palestino.
Llamada a la no cooperación total
Parecen tratarse de los primeros pasos de una campaña de desobediencia civil. Dejemos la palabra a Uri Avnery, que se considera el amigo de ese Mandela de Oriente Medio:
"Marwan llama a la ruptura total de toda forma de cooperación, económica, militar o de otra clase. Un punto central de esa cooperación es la colaboración diaria de los servicios palestinos de seguridad, formados por los americanos, con las fuerzas de ocupación israelíes.
Marwan llama también al boicot total de Israel, de las instituciones y productos israelíes en los territorios ocupados y por todo el mundo. Los productos israelíes deberían desaparecer de las tiendas de Cisjordania, y los productos palestinos ser especialmente promocionados.
Marwan aboga por que se ponga fin a la comedia que llaman "negociación de paz". Marwan propone oficializar la ausencia de negociaciones de paz.
Marwan pone el acento en la unidad palestina haciendo una llamada a su fuerza moral considerable para hacer presión tanto sobre Al-Fatah como sobre Hamás.
Marwan Barghuti ha perdido toda esperanza de obtener la paz cooperando con Israel, o incluso con las fuerzas de oposición israelíes. El movimiento de la paz israelí no es ni siquiera mencionado.
Marwan sigue comprometido en la acción no violenta, habiendo llegado a la conclusión de que los ataques violentos de ayer causaban perjuicio a la causa palestina en lugar de servirla".
Uri Avnery termina su artículo diciendo que "como Nelson Mandela en la Sudáfrica del apartheid, el hombre que está en la cárcel podría tener más importancia que los dirigentes que están fuera".
¿Y la solidaridad?
La última gran acción internacional ha tenido por nombre "Bienvenido a Palestina". Como la acción anterior, pero esta vez por los aires, se trataba de llegar a Palestina. Como la vez anterior, fue un fracaso. Menos trágico que cuando la Armada israelí intervino bruscamente en 2010. La cuestión que se plantea es comprender por qué y cómo se tomaron tales iniciativas cuando se conocía el resultado por adelantado. El poder israelí se ha encerrado en un gueto, tanto mental como material, de modo que ninguna tentativa del género podrá lograr éxito. Creo, al contrario que Barghuti (es más fácil para mí, lo reconozco) que, si hay una salida, solo puede venir del interior de Israel. La palanca posible está en las manos de quienes trabajan a un lado y otro de las fronteras, a un lado y otro del Muro. ¿Hay que recordar que los Anarquistas contra el Muro y los objetores de conciencia necesitan apoyo financiero tanto para pagar sus abogados como sus multas?
* Ver artículos del mismo autor en Tierra y libertad de diciembre de 2011, enero y febrero de 2012.
Pierre Sommermeyerhttp://www.nodo50.org/tierraylibertad/4articulo.html
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