jueves, 10 de mayo de 2012

El efecto llamada en la captación de inmigrantes.

Por Acratosaurio Rex


Dentro de la batería de ¿argumentos? que da el facherío en torno a la inmigración,  hay uno que cala hondamente en la mente de la ciudadanía casposa, y es éste: «no hay bastante para todos, estamos en crisis y los inmigrantes se tienen que marchar. Vinieron sin que nadie les llamara…» Falso. Quiero plantearos otro punto de vista.


El inmigrante no viene: es traído por la llamada del gobierno, no vayáis a confundiros. Durante años el gobierno español se dedicó a difundir en los foros internacionales la noticia de que «España va bien». Contaban que España tenía un crecimiento económico imparable, que estábamos en la Primera División del Mundo, que los precios de los pisos estaban en 240.000 euros porque la gente tenía dinero para pagarlos. Por su parte los empresarios solicitaban trabajadores para empleos en el campo, la construcción, los servicios, el metal. Y esa noticia circuló por todo el planeta. En consecuencia, los inmigrantes vinieron porque les llamaron.


El capitalismo funciona de esa manera. Te dicen «ven» cortándote el rollo en casa, y diciéndote que en otro sitio encontrarás tu puesto en el banquete de la vida. Y ni corto ni perezoso el hombre negro coge la manta y atraviesa estepas, océanos, desiertos y alambradas. El negocio no puede ser más redondo para el empresario, que recibe un trabajador cualificado sin ningún coste social ni empresarial.


Así que a la inmigración a España la trajo el Gobierno y los empresarios. Si no hubiesen querido inmigrantes, hubieran hecho esta película de propaganda. Cine mudo en blanco y negro. Música de piano. Escena. Acción. Llega el obrero Vil Gusano Despreciable de Nombre Impronunciable, a pedir trabajo caminando de rodillas, y cuando el empresario ibero se apercibe de que no tiene papeles, le descerraja cuatro tiros. Luego coge el cadáver en un gancho, lo congela y lo manda a la Conferencia Episcopal para que se lo coman los cardenales… Ese corto lo ven en Cracovia, y del patatal no sacan los operarios ni media nariz. Resultado: inmigración, cero. Pero como querían mano de obra barata, la película fue la de El Lago Azul.


Por lo tanto, si vinieron voluntariamente tras la llamada del Gobierno, los inmigrantes deberían irse voluntariamente cuando lo estimasen oportuno… Oye tú,  ¿A ti qué te quitan? ¿Un empleo de diecisiete horas diarias por seiscientos euros?


Pero mira, si algún nacional bien nacido no está de acuerdo, y opina que los inmigrantes le quitan el trabajo, y cobran ayudas, pensiones y se les dan casas gratis, y viven sin trabajar, la solución es muy sencilla: español resentido, renuncia a la nacionalidad, quema tus papeles, ponte un pañuelo en el pelo, conviértete en gitano rumano y ve a Bienestar Social a que te den paga y casa. Si tanto envidias al inmigrante, puedes ser uno de ellos ahorrándote el viaje. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

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