miércoles, 2 de noviembre de 2011

A quién beneficia la abstención.

 Por Acratosaurio Rex

Trastornados con el abstencionismo recalcitrante que predico, me
reprochan los partidarios del electoralismo que abstenerse es
beneficiar a los grandes partidos, y que si no votas luego no podrás
quejarte. Je, tururú, a ver si ya ni quejarse va a poder uno. Son todo
pamplinas. Cuando alguien te diga eso de los beneficios, pregúntale a quién vota y cuál es la opción política que más detesta. La primera
respuesta te dirá de qué pie cojea el pollo, la segunda respuesta te
indicará qué es lo que le tienes que decir que vas a votar para ver
cómo se pone aún más cabreado. Porque lo que quiere el electoralista es que votes a los suyos, no que votes.
La abstención, si se le da vueltas a los números, y dependiendo del
censo, beneficia a veces a unos, a veces a otros candidatos.  Echando cuentas, a cualquiera que tenga opciones a sacar escaño gracias al número de sus fieles partidarios. Si hay muchos dudosos que pueden votar a la competencia, el electoralista piensa mejor que esos estúpidos se queden en sus casas. La abstención, en mi opinión,  no beneficia ni al bipartidismo, ni a los pequeños partidos, ni a los grandes. Depende de la gente que se presente, de la simpatía o antipatía que despierten, y de cómo vaya la neura ese año.
¿Qué la abstención, el voto blanco, el nulo, el voto raro… Perjudica a los pequeños partidos? Ya me dirás de qué carajo le sirve al Partido de los Chupadores de Cuernos, cuyas perspectivas electorales tienen un techo nacional de diecisiete votos, incluyendo a la difunta abuela Enriqueta, que la abstención sea mínima, o máxima, y que la gente corra alegre a echar su papeleta, o que haya una abstención del copón.
Son los tenebrosos aparatos de los partidos con opciones, los que
buscan arañar esos votos que marcan la diferencia entre estar dentro y quedarse fuera. Pero todo es en vano, porque voten muchos, o voten pocos, son los grandes partidos, bien engrasados por el dinero de los bancos, los que se llevan siempre la parte del león.
Al pequeño partido de Rosa Díez, a Álvarez Cascos… Les queda la osamenta descarnada. Que no es poco para un carroñero.
«¡Pero por qué, por qué!», clama el izquierdista enajenado y
descarterado, «¡por qué esa famélica legión va a votar a la derecha en lugar de plantarnos a nosotros en el trono!» Amigo rojales, por
millones van a votar a la derecha, porque es la derecha la que tiene
la pasta.

En fin. ¿Qué a quién beneficia la abstención? Pues de manera inmediata e irrefutable, al que se abstiene. Mil años de vida al anarquismo trinitario y circular. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
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